El desgarrador relato de la madre del fallecido.
La sanidad pública es uno de los servicios más fundamentales que una sociedad moderna puede ofrecer a su población. Su principal objetivo es garantizar el acceso de todas las personas a servicios de atención sanitaria de calidad, sin importar su condición económica o social. Es decir, se trata de un sistema que busca asegurar una sanidad universal y de calidad a todos los ciudadanos, independientemente de sus necesidades y capacidades financieras.
En esencia, el sistema de sanidad pública se basa en la idea de que todas las personas deben tener acceso a los servicios sanitarios que necesiten, y que la financiación de estos servicios debe ser justa y equitativa para todos. En otras palabras, se trata de un modelo en el que los ciudadanos más sanos y económicamente favorecidos se solidarizan con aquellos que están más enfermos y con menos recursos, con el objetivo de garantizar que todos tengan acceso a los mismos servicios básicos de salud.
La importancia de la sanidad pública como elemento clave de la justicia y la democracia social es indudable. Por esta razón, los organismos internacionales como la ONU y la OMS, entre otros, han destacado la relevancia de contar con sistemas de salud pública sólidos y eficientes, como una garantía no sólo para la salud y el bienestar de las personas, sino también para el desarrollo social y económico de los países.
Por una combinación de muchos de estos factores, una madre de 47 años ha querido denunciar públicamente las circunstancias que rodearon a la muerte de su hijo. La historia de Sue Atkin, una madre de 47 años, es un relato desgarrador que ha conmocionado a muchos. Su objetivo al contar lo sucedido es denunciar la mala atención que recibió su hijo por parte de los servicios médicos de emergencia, así como encontrar respuestas a lo ocurrido.
El trágico incidente ocurrió cuando su hijo, Norman Barker, de 27 años, comenzó a sentirse mal en casa de su abuela. Fue una tía suya quien llamó a los servicios médicos de emergencia para solicitar ayuda, pero se les informó que debían esperar unas dos horas antes de que llegara una ambulancia. Ante esta situación, Atkin decidió llevar a su hijo al servicio de urgencias del Hospital del condado de Lincoln en Inglaterra.
“Mamá, ayúdame”.
Sin embargo, cuando llegaron al hospital, se les informó que debían esperar cuatro horas antes de ser atendidos. Desesperados, decidieron salir del hospital para que Barker pudiera beber algo en casa de su madre. Fue en ese momento, justo cuando estaban “fuera del hospital”, que Barker se desplomó y dijo: “Mamá, ayúdame”. Esas fueron sus últimas palabras.
Atkin relató que en ese momento su hijo colapsó. Su hermano de 15 años estaba con ellos y esperó mientras ella paraba un coche para pedir ayuda. Una enfermera que estaba fuera de su horario de trabajo se bajó del vehículo para realizarle una maniobra de reanimación cardiopulmonar, pero lamentablemente no tuvo éxito y llamó a una ambulancia. Cuando la ambulancia finalmente llegó, Barker fue trasladado al área de urgencias del hospital, pero no pudieron reanimarlo.
La muerte de Barker será investigada por el equipo forense para determinar las circunstancias que rodearon su fallecimiento. Atkin ha pedido respuestas y ha denunciado que si su hijo hubiera sido atendido de inmediato, probablemente seguiría vivo.
El centro médico se ha comprometido a investigar lo sucedido y ha expresado sus condolencias a la familia de Barker. Esta tragedia ha puesto de manifiesto la importancia de la atención médica de emergencia y la necesidad de asegurar que todos reciban una atención adecuada y oportuna en situaciones de crisis.