Trágico suceso.
Hay muertes que sacuden a toda una generación. Fallecimientos que no solo entristecen a familiares y amigos, sino que paralizan por un momento el pulso de las redes sociales, los escenarios y las calles de ciudades donde el arte joven florece. Cuando se trata de alguien joven, con talento y aún mucho por mostrar, el duelo se multiplica.

El pasado 31 de julio, un artista con una prometedora carrera se despidió sin previo aviso. Aunque la noticia no trascendió hasta días más tarde, su ausencia ya deja una estela de tristeza entre quienes lo seguían, lo escuchaban o compartieron con él una risa, una charla o un atardecer. Era un rostro familiar en conciertos locales y un nombre en crecimiento dentro del mundo digital.
La pérdida que nadie esperaba.
Se trata de Chase Filandro, un joven neoyorquino de tan solo 20 años, cuya muerte ha conmocionado tanto a la comunidad artística como a sus seguidores en redes. Con más de 30.000 seguidores en sus plataformas, Chase era algo más que una promesa: era una presencia luminosa, una energía contagiosa y una voz reconocible en la escena indie local. Como vocalista de la banda Just Add Water, dejó huella este verano pasado en numerosos escenarios de Long Island.
Pero Chase no solo era música. También fue alumno de la escuela de interpretación Take 2 Actor’s Studio, donde lo recuerdan como un “espíritu vibrante”. En palabras del centro, “su presencia era un regalo, y su ausencia deja un vacío en nuestros corazones que nunca podrá llenarse”. Para quienes lo conocieron, estas palabras no suenan a exageración, sino a una verdad rotunda.
Un alma abierta al mundo.
“Era querido más allá de las palabras por muchas personas y abría su corazón a todos los que encontraba. Chase era un viajero apasionado y se emocionaba con la belleza de los parques nacionales. Siempre recibía a desconocidos con una sonrisa y hacía amigos en todos los senderos que recorría”, ha escrito su hermana, Franki Ford, en un emotivo homenaje publicado en Instagram. La publicación ha sido compartida cientos de veces, un eco digital de la huella que dejó en vida.
A día de hoy, las causas de su muerte no han sido confirmadas, según informa la revista People. La incertidumbre añade una capa de desconcierto a un duelo ya de por sí desconcertante, especialmente en una comunidad como la de Nueva York, donde el talento joven convive con la fragilidad emocional y los ritmos acelerados.
Un legado que busca permanecer.
En honor a su memoria, su hermana ha impulsado una campaña en GoFundMe con un objetivo claro: construir un memorial en uno de los parques nacionales que Chase tanto amaba. La respuesta ha sido inmediata. En apenas dos días, la iniciativa ha recaudado más de 24.000 dólares, un gesto que demuestra cómo la comunidad sigue queriendo estar cerca de él, incluso después de su partida.
Chase Filandro no era una celebridad convencional, pero quienes lo conocieron —en persona o a través de una pantalla— lo sentían cercano, auténtico, diferente. Su historia, ahora interrumpida, deja un mensaje latente sobre el impacto que una sola vida puede tener en tantas otras. Aunque su voz ya no suene en directo, su eco sigue vibrando en los corazones de quienes lo amaron.
Y en medio de la tristeza, queda el impulso de recordar, de celebrar lo vivido, y de alzar la mirada hacia esos mismos paisajes que un día emocionaron a Chase. Porque hay pérdidas que no se olvidan. Solo se transforman.