Una soltera para los pies a su cita y dice lo que piensa toda España: “No ves que haces el ridículo”

‘First Dates’, un fenómeno inagotable.

En la constelación de programas que pueblan el firmamento televisivo, buscando captar la atención de un público cada vez más diverso, brilla con luz propia ‘First Dates’. Este formato, que ha encontrado su lugar en el corazón de la programación de Cuatro, ha superado todas las expectativas, erigiéndose como un auténtico fenómeno sociocultural que rompe fronteras de edad y geografía. No es meramente un programa más en la televisión; es un espejo de realidades humanas, un mosaico de relatos que capturan la esencia del amor y la búsqueda de conexión en el siglo XXI.

El secreto de su resonante éxito radica, posiblemente, en la habilidad del programa para retratar con fidelidad las delicadas y a menudo intrincadas facetas del amor contemporáneo. Todo ello, orquestado por el inconfundible Carlos Sobera, cuya presencia dota al espacio de un carácter inimitable. ‘First Dates’ se ha erigido como estandarte de la diversidad y la inclusión, brindando a los espectadores una serie de reflexiones sobre el amor, la existencia y la aspiración a una felicidad compartida.

Judith es el retrato de una mujer con una personalidad decidida y transparente, que divide su tiempo entre el trabajo estival y la dedicación completa a sus tres hijos durante el resto del año. Después de haber compartido su vida con dos hombres, ahora se encuentra en la búsqueda de una compañera femenina.

“No ves que haces el ridículo”.

A la temprana edad de trece años, Judith tuvo el valor de compartir su orientación con sus padres, una revelación que no fue acogida con aceptación, llevándola a tomar la difícil decisión de abandonar su hogar. En su búsqueda actual, anhela encontrar a una persona genuina, con intenciones claras y libre de toxicidad, pues lo que más desea es tranquilidad mental. Además, como cantautora, tenía la ilusión de deleitar a su cita con su talento musical, siempre que los nervios no se interpusieran en su camino.

Por otro lado, tenemos a Beth, una mujer que ha invertido tiempo y esfuerzo en fortalecer su autoestima y que ahora percibe que su energía atrae con mayor fuerza a otras mujeres. Sin embargo, al encontrarse con Judith, Beth experimentó una asociación mental con su tía, una señora que roza los setenta años, lo que desafortunadamente no le causó la mejor de las impresiones. A pesar de descubrir que ambas procedían de Tarragona, Beth no se sintió atraída por Judith, expresando su desaprobación hacia el estilo de vestir de su cita.

El transcurso de su encuentro estuvo marcado por intentos de animar la velada. Beth compartió anécdotas sobre cómo su familia consideraba una locura su participación en ‘First Dates’. Judith, por su parte, reveló que fueron sus hijas quienes la motivaron a embarcarse en esta aventura televisiva. Confesó tener 41 años y nunca haber contraído matrimonio, un detalle que, para sorpresa de Judith, no fue bien recibido por Beth, quien hubiera preferido que su cita no tuviera experiencias previas con hombres.

Durante la cena, el interés de Judith por conocer más sobre Beth la llevó a indagar sobre sus pasatiempos. Beth admitió que disfrutaba de los placeres simples, como ver películas en casa acompañada de palomitas. Judith, en cambio, mostró su preferencia por actividades más activas y enérgicas. En un audaz intento por impresionar a Beth, Judith se puso de pie y empezó a entonar una melodía, pero la ansiedad la venció, y con un gesto de frustración, solicitó que cesara la música. Beth, incómoda ante la situación, consideró que Judith estaba haciendo el ridículo.

“Casi se me cae el cielo encima, esto es lo que ves desde casa y dices ‘¿Qué haces?’, perdón, pero ¿Qué haces? No ves que estás haciendo el ridículo”, comentó Beth, reflejando su desconcierto. Al concluir la cita, ambas simularon haber disfrutado del encuentro, pero en un acuerdo tácito, decidieron no proseguir con el conocimiento mutuo.

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