La química entre los solteros sigue siendo la clave de ‘First Dates’.
Desde su estreno, ‘First Dates’ ha conseguido mantenerse como uno de los formatos más exitosos de Cuatro. Su capacidad para sorprender a los espectadores con todo tipo de perfiles y situaciones ha convertido al restaurante de Carlos Sobera en una cita imprescindible para los amantes de la televisión.
Parte del éxito del programa radica en la espontaneidad de sus participantes. No hay guiones, no hay filtros y, en ocasiones, las reacciones son completamente inesperadas. Esa sensación de realidad y naturalidad es lo que ha permitido que el formato siga enganchando a la audiencia temporada tras temporada.
Otro de los factores que ha consolidado ‘First Dates’ es la variedad de personalidades que desfilan por su plató. Desde los románticos empedernidos hasta los más excéntricos, el programa no deja de generar momentos que se convierten en virales. La cita entre Pedro y Bárbara fue una de esas que no pasaron desapercibidas.
Una cita con expectativas muy claras.
Pedro, un madrileño de 51 años con experiencia en la dirección de fotografía publicitaria y con un pasado como instructor militar, llegó a ‘First Dates’ con una idea muy definida de lo que buscaba en una mujer. “Yo no soy un tío dominante, soy un tío ‘no me toques los coj… Si yo te digo, por ejemplo, que a mí eso no me gusta o no voy a hacer eso, pues ya sabes”, explicaba en su presentación.
Su exigencia se extendía también al aspecto físico de su posible pareja. “Me gustan las mujeres que se cuidan y son saludables, de cabeza y cuerpo. La belleza está en el interior, pero si lo cuidas bien. Una mujer para que a mí me guste tiene que ser la de ‘no me toques los coj…”. Con esas ideas claras, Pedro estaba preparado para conocer a Bárbara.
Bárbara, por su parte, es una argentina de 31 años que dejó claro desde el principio que no encajaba en los estándares de Pedro. “Disciplinada y centrada no lo soy. Voy a mi bola y me gusta improvisar”. Su primera impresión tampoco fue arrolladora: “No me pareció hermoso, pero quizás con la manera de ser va a mejor”.
Críticas desde el primer momento.
Desde el instante en que la cita comenzó, Pedro no dudó en expresar su opinión sobre Bárbara. “Lo primero que he pensado es que no hace nada de ejercicio. No la veo estilizada, siento decirlo así. Hace poco hincapié en darle forma a su masa muscular”, comentó con contundencia.
El tema de los hábitos alimenticios tampoco fue una excepción en su lista de prioridades. “¿Para qué voy a desayunar porras con chocolate? Si luego voy a estar todo el día jodido con un hinchazón de tripa”. Unas palabras que Bárbara no tardó en cuestionar, pues aseguraba haber tenido experiencias con personas que estaban demasiado obsesionadas con la alimentación.
Pero lo que más llamó la atención de la cita fue el punto de vista de Pedro sobre las relaciones y el compromiso. “Como soy fan del reduccionismo, también reduje el hecho de tener hijos. No estaba de acuerdo en tener hijos”. Bárbara, por su parte, no pudo evitar comentar: “No me gustó la parte donde culpó a la mujer de todo. Salgo dos días con él y me echa las culpas de todo. No entendí qué quiere, si una amiga, pareja o nada. Solo quiere alguien que se amolde a él”.
Un final sin sorpresas.
La conversación llegó a terrenos más privados cuando Pedro lanzó una pregunta sin rodeos: “¿Has hecho un trío?”. Bárbara respondió que sí, pero su respuesta no fue del agrado del madrileño. “Me da un asco tremendo, te tienes que duchar constantemente y darte con lejía antes y después. Con todas las enfermedades venéreas que hay por ahí”, expresó sin filtros.
En la decisión final, ambos coincidieron en que la química no había surgido. “No tendría una segunda cita porque no congeniamos. Yo también quiero lo que yo quiero, no vamos a poder encajar eso”. Pedro, por su parte, reafirmó su postura: “No tenemos los mismos pensamientos en ciertas cosas”. Una cita que, sin duda, dejó clara la importancia de la compatibilidad en el amor.