La rutina también se vuelve viral.
Hay algo fascinante en las noticias que prometen mejorar la vida cotidiana con pequeños gestos. Desde cómo dormir mejor hasta qué desayunar antes del gimnasio, los consejos prácticos siempre encuentran eco en redes sociales. Son fáciles de compartir, de comentar y, sobre todo, de discutir. Cada nuevo “truco” para vivir un poco más sano despierta el mismo apetito informativo que una exclusiva política o una foto de celebridad.

Quizá porque todos buscamos certezas en lo más banal. En un mundo saturado de titulares dramáticos, las historias que tocan lo cotidiano funcionan como un refugio. Hablan de nosotros, de nuestras rutinas, de esa mezcla de placer y culpa que acompaña muchas decisiones diarias. Y entre todas, las relacionadas con la comida y la salud tienen un magnetismo especial: pocos temas dividen tanto como lo que entra en un vaso o en un plato.
Por eso no sorprende que un vídeo aparentemente inofensivo sobre una bebida se haya vuelto tendencia en TikTok. La publicación del médico David Callejo ha despertado un nuevo capítulo en un viejo enfrentamiento: el del azúcar frente a los edulcorantes. Lo que empezó como una simple comparación entre refrescos terminó abriendo un debate sobre salud, costumbre y cultura.
El sabor del dilema.
“En el eterno duelo entre azúcar y edulcorantes, pocos esperaban encontrar un final feliz.” Con esta frase, Callejo resume una batalla que lleva años agitándose en mesas, cines y redes sociales. Su análisis, publicado en formato corto, consigue lo que muchos estudios no: que miles de personas discutan sobre una lata de refresco con auténtica pasión.
El médico detalla que una Coca Cola normal contiene el equivalente a ocho terrones de azúcar, lo suficiente para sobrepasar la cantidad diaria recomendada. “No hay matices románticos aquí, solo cifras y consecuencias.” Frente a ella, la versión Zero parece una alternativa razonable, pero no se libra de polémica: los edulcorantes, advierte, pueden alterar la microbiota intestinal y aumentar el deseo de consumir más dulce.
“Si hay que elegir, afirma Callejo en su cuenta de TikTok, mejor la Zero. Pero ninguna debería ser parte de la rutina diaria. A la fuerza son propuestas ‘ocasionales’.” Su mensaje, directo y sin adornos, ha calado entre quienes buscan cuidar su salud sin renunciar al sabor.
Cultura líquida.
El problema, apunta Callejo, va más allá de las etiquetas. Las bebidas azucaradas se han convertido en un acompañamiento casi ritual: están en los menús, en las sobremesas y en las tardes de sofá. Lo que antes era un capricho es ahora una costumbre difícil de romper. Beber refrescos se asocia al placer inmediato, a la recompensa, incluso al descanso.
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Los expertos, sin embargo, insisten en una verdad sencilla: el agua sigue siendo la mejor opción. Puede parecer aburrida, pero no engaña al cuerpo. El propio Callejo lo explica con sentido común: si uno quiere un capricho, que lo disfrute sin culpa, pero sin convertirlo en hábito. “Mejor ocasional que habitual, y mejor Zero que normal.”
Un sorbo de polémica.
En un tiempo en el que todo se discute —desde las rutinas de sueño hasta el tipo de pan—, la Coca Cola ha logrado ocupar un lugar privilegiado en las guerras culturales del día a día. No se trata de demonizar ni de prohibir, sino de entender qué hay detrás de cada elección. Como concluye el médico, “el mal menor también lleva apellido: consumo moderado.”
La noticia, lejos de pasar desapercibida, ha desatado un auténtico vendaval de opiniones en redes sociales. Hay quienes agradecen la claridad del mensaje y otros que defienden el placer sin remordimientos. Lo cierto es que, una vez más, un simple vídeo sobre una lata ha logrado lo que muchos discursos no: poner a medio internet a hablar —y brindar— por su salud.