El lado menos conocido de las Islas Cíes.
Las Islas Cíes, ubicadas en la costa gallega, son reconocidas mundialmente por su inigualable belleza natural y sus playas de ensueño. Estas joyas del Atlántico atraen a miles de turistas cada año, todos en busca de un rincón de paraíso en Galicia. Sin embargo, como ocurre en muchos destinos turísticos, no todas las experiencias son dignas de una postal, y no todos los visitantes regresan completamente maravillados.

Un ejemplo reciente de esto lo ofrece un video compartido en TikTok por un andaluz (@nat88mg) que visitó las islas junto a su esposa. Su relato, lejos de ser una oda a la perfección del lugar, ofrece una perspectiva que combina humor e ironía, alcanzando rápidamente la viralidad en la red social con más de 325,000 visualizaciones.
Cuando la realidad choca con las expectativas.
El video en cuestión destaca por su tono desenfadado y su sentido del humor, dos elementos que han logrado conectar con un amplio público. En su narración, el hombre comienza expresando su descontento con lo que consideró un precio elevado para el trayecto en barco hacia las islas. “Qué buen día hemos echado, y barato, eh: 40 euros de ida y 40 de vuelta por persona”, comenta con sarcasmo, haciendo referencia a lo que él percibió como un gasto excesivo.
Aunque el trayecto de ida en lancha no le causó mayor inconveniente, la vuelta en ferry fue una experiencia menos agradable, describiendo con humor cómo el movimiento del barco le provocó cierto mareo: “Eso se movía más que…”, bromeó, dejando en claro que la travesía no fue precisamente placentera.
Más allá del costo del viaje, otro punto que no pasó desapercibido para el turista fueron las estrictas normas establecidas en las Islas Cíes para proteger su delicado ecosistema. Estas reglas, que prohíben acciones como llevarse arena o alimentar a las gaviotas, también se convirtieron en blanco de su ironía. “Nos dijeron que no podíamos llevarnos arena ni alimentar a las gaviotas”, comentó con humor.
Sin embargo, la naturaleza se encargó de que la arena encontrara su camino hacia él, y así lo expresó: “Se ha levantado un aire que me ha traído dos kilos de arena en el pelo. Como me paren en la aduana de Portonovo, me meten en la cárcel por contrabando de arena”. Con esta frase, el visitante logró reflejar cómo la belleza salvaje de las islas a veces viene acompañada de pequeños inconvenientes que, con la perspectiva adecuada, pueden convertirse en anécdotas divertidas.
El frío del Atlántico no es para todos.
Un capítulo aparte en su relato está dedicado a las gaviotas, que en las Islas Cíes parecen ser las auténticas reinas del lugar. Lejos de tener una experiencia pasiva con estos pájaros, el visitante se vio sorprendido por su audacia. “Yo no tenía interés en darles de comer, pero ellas se han encargado de robarme la comida”, comentó, evidenciando cómo las aves pueden ser mucho más que simples espectadoras del paisaje. Con un tono cómico, no dudó en comparar a las gaviotas con ‘ratas voladoras’, resaltando la determinación de estas aves para conseguir lo que quieren, incluso si eso significaba hacerse con su querida caña de chocolate.
El agua cristalina y tranquila de las Islas Cíes es uno de los atractivos que más cautivan a los visitantes. Sin embargo, para este turista, la temperatura del agua fue todo un desafío. “Ni fría ni caliente, a 0 grados estaba el agua”, exclamó en tono exagerado, describiendo cómo el frío impactó en su decisión de no darse un baño, a diferencia de su esposa, que no dudó en disfrutar del mar. Para él, el frío fue tan intenso que “aclaró las ideas”, pero de tal manera que prefirió mantenerse seco y observar desde la orilla.
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Finalmente, el turista abordó un aspecto que quizás muchos no consideran al planificar su visita: el tiempo de espera para regresar. Con cierto aire de resignación, comentó que “te tienes que quedar allí hasta las siete de la tarde. Ocho horas allí, que ni en el trabajo echo yo tantas horas”, subrayando lo que para él fue una larga jornada en las islas. Esta espera, aunque posiblemente necesaria para muchos, se convirtió en otro elemento de crítica en su relato, reflejando cómo la falta de flexibilidad en los horarios puede ser un factor a considerar para quienes planean visitar las Islas Cíes.
Una conclusión inesperada.
A pesar de las numerosas críticas y del tono irónico que impregnó su relato, el turista no cerró su video con una nota negativa. Al contrario, concluyó con una reflexión que, aunque inesperada, demuestra que su experiencia, aunque imperfecta, no fue del todo mala.
“¿Repetiría las Islas Cíes? Por supuesto. Si me invitan, voy. Ahora, que no pago 40 euros…”, concluyó, dejando claro que, a pesar de las dificultades y de los contratiempos, la belleza de las Islas Cíes sigue siendo lo suficientemente cautivadora como para considerar una segunda visita, siempre y cuando no tenga que costearla de su propio bolsillo.