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Sale a la luz la extraña compañía de dos hombres de la madre de Daniel Sancho en Tailandia

Silvia Bronchalo, de la cárcel a un bungalow

Silvia Bronchalo (44 años) es la madre de Daniel Sancho (29 años), el cocinero español que confesó haber matado a Edwin Arrieta (44 años), un médico colombiano, en Tailandia. Desde que su hijo ingresó en la prisión de Koh Samui el pasado 7 de agosto, Silvia no ha dejado de visitarlo todos los días, a pesar de las dificultades y el dolor que supone esta situación.

Silvia es la ex pareja del actor Rodolfo Sancho (48 años), con quien tuvo a Daniel cuando era muy joven. Tras su separación, Silvia se dedicó a la interpretación y participó en algunas series de televisión, pero luego se alejó de los medios y llevó una vida discreta. Ahora, su nombre vuelve a estar en el foco de la actualidad por el terrible suceso que ha protagonizado su hijo.

Las primeras imágenes de Silvia fuera de la prisión

Durante los primeros diez días, Daniel tuvo que estar en aislamiento por el protocolo del coronavirus, por lo que Silvia solo podía comunicarse con él a través de su abogado tailandés. El 17 de agosto fue el primer día que pudo verlo cara a cara, aunque separados por un cristal. Desde entonces, Silvia ha acudido puntualmente a su cita diaria con Daniel, mostrando siempre un semblante serio y ocultando sus ojos tras unas gafas de sol.

Sin embargo, el programa de Antena 3 ‘Y ahora Sonsoles’ ha conseguido las primeras imágenes de Silvia en un ambiente más distendido, fuera de las inmediaciones de la cárcel. En ellas se puede ver a la ex actriz sin gafas de sol, con unas gafas de vista que le dan un aspecto más relajado. Además, se le ve acompañada por dos hombres, que podrían ser amigos de su hijo o de ella misma, que han viajado hasta Tailandia para apoyarla en estos momentos difíciles.

Silvia se muda a un bungalow cerca de la cárcel

Según ha informado el mismo programa, Silvia habría cambiado su alojamiento en un hotel por un bungalow más cercano a la prisión donde está su hijo. De esta forma, podría ir caminando a las visitas y ahorrarse el transporte. Además, el bungalow le ofrecería más intimidad y tranquilidad que el hotel, donde podría estar expuesta al acoso de los medios o de los curiosos.

Silvia está viviendo una pesadilla desde que se enteró de lo que había hecho su hijo, al que quiere y defiende a pesar de todo. Su única esperanza es que Daniel pueda salir pronto de la cárcel y regresar a España, donde podría recibir una atención psicológica adecuada y rehacer su vida. Mientras tanto, Silvia seguirá estando a su lado, como la madre coraje que es.