José Bretón confiesa por primera vez en público el asesinato de sus hijos

Más de una década después del crimen que conmocionó a España, José Bretón ha reconocido públicamente, por primera vez, que mató a sus hijos Ruth y José, de seis y dos años, en octubre de 2011 en Córdoba. Su confesión llega a través del libro El odio (Anagrama), del escritor Luisgé Martín, que saldrá a la venta el próximo 26 de marzo. En la obra, el autor recoge, con escalofriante detalle, los motivos que llevaron a Bretón a cometer el doble filicidio y cómo lo llevó a cabo.
La historia de este crimen atroz marcó un antes y un después en la lucha contra la violencia vicaria en España. Bretón fue condenado en 2013 a 40 años de prisión por el asesinato de sus hijos, un crimen que planeó con meticulosidad y que intentó ocultar quemando los cuerpos en una hoguera en la finca de Las Quemadillas. Durante años, el asesino negó los hechos y sostuvo la versión de que los pequeños habían desaparecido. Sin embargo, ahora, a través de una serie de cartas enviadas al escritor Luisgé Martín, Bretón ha decidido relatar su versión de lo ocurrido, admitiendo de forma abierta su responsabilidad.
Una confesión oculta desde 2017
Si bien esta no es la primera vez que Bretón confiesa el crimen, ya que según el libro lo hizo en 2017 dentro de un programa de justicia restaurativa en la prisión de Herrera de La Mancha (Ciudad Real), aquella confesión se produjo en un ámbito privado y no trascendió a la opinión pública. Ahora, con la publicación de El odio, su relato se ha hecho público.
Luisgé Martín mantuvo correspondencia con Bretón durante tres años, intercambiando cartas en las que el asesino relataba su versión de los hechos con una frialdad escalofriante. En una de esas misivas, Bretón asegura que sus hijos no sufrieron antes de morir:
«Antes de poner los cuerpos en el fuego comprobé que no respiraban, estaban ya muertos. No se enteraron de lo que iba a pasar. Confiaron en mí. No hubo miedo ni dolor ni ningún tipo de sufrimiento».
El escritor llegó incluso a visitar a Bretón en la cárcel, en un intento de comprender la mente de un asesino que, hasta ahora, nunca había mostrado signos de arrepentimiento público.
Un crimen premeditado
El 8 de octubre de 2011, José Bretón llevó a cabo su plan. Según la sentencia, había comenzado a prepararlo días antes, cuando adquirió medicamentos como Orfidal y Motivan, con los que adormeció a los niños antes de asesinarlos y deshacerse de sus cuerpos. Sin embargo, en sus cartas, el filicida insiste en que todo fue improvisado:
«No busqué información en ninguna parte, no hice ninguna investigación. Todos hemos visto muchas películas y somos capaces de imaginar algo así».
A pesar de sus intentos por presentar el crimen como un acto impulsivo, la justicia determinó que Bretón planificó cada detalle, desde la compra de los medicamentos hasta la elección del lugar donde quemaría los cuerpos para hacerlos desaparecer. En sus cartas, el asesino admite que su objetivo era doble:
«Que murieran sin sufrimiento y que los cuerpos desaparecieran luego para que no los encontraran. Sin cadáveres no hay crimen, eso está en cualquier novela policiaca».
Los motivos: la incertidumbre tras el divorcio
Tres semanas antes del asesinato, su esposa, Ruth Ortiz, le comunicó su decisión de divorciarse. A partir de ese momento, según su propio relato, comenzó a considerar la idea del crimen. No obstante, Bretón rechaza que su motivación fuera la venganza:
«Cuando Ruth me abandonó entré en cólera. Al principio no tuve pensamientos extraños, pero después se fue abriendo paso la idea del asesinato».
A pesar de que su crimen fue catalogado como violencia vicaria —el asesinato de los hijos como forma de dañar a la madre—, Bretón insiste en que no buscaba vengarse de su exmujer:
«¿De qué iba a vengarme? Yo estaba de acuerdo con la separación. Me parecía bien. Incluso empecé a buscar a otra mujer, llamé a Conchi y estuve a punto de quedar con ella. A mí no me parecía mal el divorcio, pero me atormentaba esa incertidumbre, el hecho de no saber qué iba a pasar con mis hijos».
Sin embargo, en otra de sus cartas, Bretón deja entrever la verdadera razón de su crimen:
«Los maté por la impaciencia. Necesitaba que esa situación se acabara, que desaparecieran las dudas y la incertidumbre».
Un asesino sin remordimientos
A día de hoy, José Bretón sigue cumpliendo su condena en la prisión de Herrera de La Mancha. Según lo establecido, permanecerá en la cárcel hasta, al menos, 2036. Su testimonio, recogido en El odio, muestra a un hombre que sigue sin expresar arrepentimiento por lo que hizo, justificando su crimen con una frialdad que estremece.
Su confesión pública, aunque impactante, no cambia el dolor de una madre que perdió a sus hijos de la peor forma imaginable. Ruth Ortiz, quien ha mantenido un perfil discreto durante los últimos años, ha tenido que revivir el horror con la publicación de este libro. Mientras tanto, la sociedad sigue recordando este crimen como uno de los casos más terribles de violencia vicaria en España.