Trágico suceso.
Hay acontecimientos que irrumpen en la vida cotidiana y la dejan en suspenso. A veces basta un instante para que una familia, una calle o un pueblo entero queden marcados para siempre. Cuando esos hechos afectan a los más pequeños, la sensación de injusticia se multiplica. La rutina se detiene y surgen preguntas para las que casi nunca hay respuesta.
En todos los rincones de España, las casas se perciben como el lugar más protegido, el espacio donde los niños juegan mientras los adultos se ocupan de las tareas del día a día. Las azoteas, los patios, los balcones y las habitaciones forman parte de un paisaje doméstico que solemos considerar seguro. Sin embargo, la experiencia demuestra que también allí pueden darse situaciones inesperadas. Cuando eso ocurre, el impacto trasciende las paredes del hogar y alcanza al conjunto de la comunidad.
En localidades pequeñas, donde casi todos se conocen, la noticia de un hecho trágico se propaga con enorme rapidez. Los vecinos salen a la calle, se comentan los detalles en voz baja y se comparte el desconcierto. Las muestras de apoyo se organizan de manera espontánea, porque nadie quiere que una familia afronte sola su dolor. Algo así es lo que ha sucedido en los últimos días en la provincia de Córdoba.
Juego interrumpido.
Este jueves por la tarde, en la localidad cordobesa de Fuente Palmera, una niña de dos años perdió la vida en la azotea de su vivienda familiar. La pequeña estaba jugando en la parte superior del edificio, un inmueble de dos plantas, mientras su madre atendía distintas tareas del hogar a poca distancia. En ese contexto cotidiano, un pequeño muro situado en la terraza se vino abajo de manera repentina. El desplome sorprendió a la menor, que quedó bajo los restos de la estructura antes de que nadie pudiera reaccionar.
Pasadas las cinco de la tarde, un familiar alertó al servicio de Emergencias a través de una llamada angustiosa. En el aviso se explicó que un paramento de aproximadamente metro y medio de altura había cedido y había caído sobre la niña. Los primeros testimonios apuntan a que la menor quedó atrapada bajo los cascotes en cuestión de segundos. Mientras se solicitaba ayuda, los presentes intentaban retirar como podían los restos del muro.
Hasta el lugar se desplazaron con rapidez efectivos de la Policía Local, agentes de la Guardia Civil, voluntarios de Protección Civil y una dotación de Bomberos de La Carlota. Los servicios de emergencia accedieron a la azotea del edificio e intentaron reanimar a la pequeña, pero nada pudieron hacer por salvar su vida. Según las fuentes consultadas, la niña ya se encontraba sin signos vitales cuando llegaron los sanitarios. La intervención de los bomberos finalmente no fue necesaria, más allá de asegurar la zona afectada por el derrumbe.
Duelo en Fuente Palmera.
La menor era hija y nieta de una familia muy conocida en el municipio, dedicada desde hace años al comercio local. Esa circunstancia ha contribuido a que la conmoción sea aún mayor, porque muchos vecinos mantienen un trato habitual con sus padres y abuelos. El Ayuntamiento de Fuente Palmera ha decretado dos días de luto oficial, viernes y sábado, con las banderas a media asta y la suspensión de todos los actos municipales previstos. En un comunicado, el consistorio ha lamentado profundamente la muerte de la niña y ha trasladado su “pésame y todo el ánimo a su familia y amigos en estos momentos tan difíciles”.
La Guardia Civil ha abierto diligencias para esclarecer con detalle las circunstancias en que se produjo el desplome del muro. Los agentes deberán determinar el estado previo de la estructura y si existía algún elemento que pudiera haber advertido del riesgo. Mientras tanto, en la localidad solo se habla del vacío que deja la pequeña y de la necesidad de acompañar a sus allegados. La impresión que deja este suceso ha traspasado los límites del pueblo y ha calado hondo en todo el país, hasta el punto de que la noticia ha sobrecogido enormemente a todos los españoles.