Nacho Palau y Miguel Bosé: distanciados, pero unidos por sus hijos.
Miguel Bosé, icono de la música en español, y Nacho Palau, escultor valenciano, mantuvieron una relación sentimental durante más de dos décadas, siempre en la más estricta intimidad. Fue solo tras su ruptura cuando la historia salió a la luz, con Palau relatando su versión de los hechos en televisión. “Supervivientes” y después “De Viernes” se convirtieron en los escenarios desde donde el escultor expuso infidelidades y heridas que, según él, marcaron su vínculo con el artista.

Esa exposición pública ha contribuido a que ambos se mantengan, hoy por hoy, en extremos opuestos, sin apenas contacto ni intención de reconciliación. Aun así, hay algo que los sigue uniendo: sus cuatro hijos. Aunque las relaciones paternas estén completamente fracturadas, los lazos entre los pequeños siguen resistiendo la distancia geográfica y emocional.
Este verano ha sido testigo de un reencuentro esperado. Diego y Tadeo, que viven en México junto a Bosé, volaron hasta Mallorca para encontrarse con Ivo y Telmo, criados en Valencia junto a Palau. “Los unos quieren ver a los otros, hablan por teléfono, claro, pero no es lo mismo”, confesaba hace un año alguien del círculo íntimo del escultor, cuando una reunión similar no pudo concretarse. “A Ivo le apenó mucho y no entendió que los planes de Mallorca no se concretaran”.
Una tregua infantil en medio del caos adulto.
Este año, sin embargo, las circunstancias han sido más propicias. Los cuatro niños han logrado pasar unos días juntos en la playa, recuperando, aunque sea por un instante, una cotidianidad que sus padres ya no comparten. Lejos de la tensión que caracteriza la relación entre Bosé y Palau, ellos siguen comportándose como verdaderos hermanos.
No lo han hecho solos. Miguel Bosé, acompañado de su hermana Paola Dominguín, también ha estado presente en este viaje a Mallorca. Las imágenes muestran un ambiente distendido, donde los adultos actúan como acompañantes más que como protagonistas, y donde los pequeños disfrutan del tiempo perdido.
Desde Valencia, Nacho Palau ha transmitido su sentir a través de la periodista Leticia Requejo. “Muy feliz”, así se encuentra el escultor por este reencuentro que parecía complicado pero que finalmente se ha hecho realidad. Una escena de ternura que no oculta, sin embargo, la grieta entre los progenitores: según contó Palau en televisión, llevan tres años sin intercambiar palabra alguna.
Demandas y silencio en la trastienda.
El resentimiento entre ambos se intensificó el pasado verano, cuando trascendió que Palau había llevado a los tribunales a Bosé. El conflicto legal terminó por eliminar cualquier vestigio de diálogo o entendimiento entre ellos, que ya era escaso.
A pesar de esa batalla judicial y del distanciamiento que parece irreconciliable, la historia familiar sigue evolucionando en paralelo. Mientras los adultos construyen muros, los niños se las arreglan para derribarlos, aunque sea de forma temporal y con ayuda externa.
Una vez más, la vida privada de dos figuras públicas se convierte en objeto de atención. Pero en medio del foco mediático, son los gestos silenciosos, como un abrazo entre hermanos en una playa balear, los que logran contar la parte más humana de este relato roto.