Máxima preocupación por el aumento de casos graves de una bacteria muy común en España

Una bacteria común que ya no es inofensiva.

Lo que hasta hace poco era un habitante silencioso de nuestro organismo, ahora preocupa seriamente a los expertos en salud. Se trata del Streptococcus dysgalactiae subsp. equisimilis (SDSE), una bacteria presente en la flora humana que, en determinados contextos, puede provocar infecciones graves. El reciente repunte de estos casos en España ha llevado a los científicos a encender las alarmas.

Investigadores del Hospital de Bellvitge, junto al Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell), han liderado un estudio que recoge más de una década de datos. Analizando 107 casos de infección por SDSE entre 2012 y 2022, han observado una evolución preocupante en la incidencia, severidad y resistencia de esta bacteria. El informe ha sido publicado en la revista International Journal of Infectious Diseases.

La investigación ha contado con la colaboración de centros de referencia tanto en España como en el extranjero. Hospitales como el Gregorio Marañón en Madrid o el Universitario de Donostia, junto a instituciones francesas y estadounidenses, han aportado datos y análisis clave. Todo ello, con el respaldo del Instituto de Salud Carlos III.

Un riesgo para los más frágiles.

Uno de los principales hallazgos es que el SDSE ataca sobre todo a personas con sistemas inmunitarios debilitados. Mayores de edad y pacientes con enfermedades crónicas como diabetes, cáncer o dolencias cardíacas están en el punto de mira. En estos casos, la infección puede desencadenar complicaciones de forma rápida y agresiva.

“La infección afecta principalmente a personas mayores y pacientes con enfermedades como diabetes, patologías cardiovasculares o cáncer”, han concluido los autores del estudio. Lo más inquietante, sin embargo, es que algunas cepas están mostrando resistencia a varios tratamientos antibióticos, lo que dificulta aún más su control.

El problema no es exclusivo de España. “Este aumento de infecciones no es un fenómeno aislado, sino que también se está observando en otros países”, explica la doctora Carmen Ardanuy, del Hospital de Bellvitge. Ante esta tendencia, los científicos piden reforzar la investigación para entender mejor la evolución del SDSE y frenar su expansión.

Cepas más fuertes, antibióticos menos eficaces.

Gracias a la secuenciación genómica, los expertos han logrado identificar las variantes del SDSE que presentan mayor riesgo. En concreto, el complejo clonal CC20 —y su variante CC20-stG62647— destaca por su virulencia, especialmente en modelos animales. Su presencia es más habitual en pacientes mayores de 70 años, donde los efectos pueden ser devastadores.

Aunque en condiciones normales esta bacteria convive con nosotros sin causar daño, en personas con heridas abiertas o inmunidad comprometida puede volverse peligrosa. Esto explica el aumento de casos graves en residencias y hospitales, donde estas condiciones se dan con frecuencia.

Además, los tratamientos habituales están perdiendo eficacia. Antibióticos como los macrólidos ya no son tan efectivos frente al SDSE. Por suerte, otros como el linezolid o la delafloxacina muestran buenos resultados contra las cepas resistentes, aunque su uso también debe manejarse con precaución.

Una llamada a la acción científica.

“Este trabajo es un paso importante para entender cómo evoluciona el Streptococcus dysgalactiae y qué herramientas tenemos para hacerle frente, pero todavía queda mucho para frenar su expansión”, advierte Guillem López de Egea, autor principal del estudio. Sus palabras resumen la sensación general: estamos avanzando, pero aún no es suficiente.

Lo que está ocurriendo con el SDSE ilustra cómo bacterias aparentemente comunes pueden convertirse en amenazas bajo ciertas condiciones. El envejecimiento de la población, el aumento de enfermedades crónicas y el mal uso de antibióticos están creando un caldo de cultivo ideal para este tipo de brotes.

Por ello, los expertos coinciden en la necesidad de reforzar la vigilancia epidemiológica y apostar por una investigación más ambiciosa. Solo mediante una respuesta coordinada, basada en evidencia científica y cooperación internacional, se podrá frenar el avance de estas infecciones emergentes.

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