El regreso de una figura marcada por la polémica.
Rocío Carrasco lleva más de dos décadas siendo un nombre imposible de separar del espectáculo mediático en España. Hija de Rocío Jurado y Pedro Carrasco, creció en el foco público, convertida casi sin querer en heredera de un linaje artístico y sentimental. Sin embargo, su vida se ha visto más definida por sus ausencias que por sus presencias: una historia de silencios, distancias familiares y titulares que nunca dejan de llegar.

Durante los últimos años, Carrasco ha tratado de tomar el control de su propio relato. Su testimonio en televisión marcó un antes y un después, abriendo un debate social sobre la violencia familiar y la exposición pública de los conflictos íntimos. Desde entonces, cada aparición o ausencia suya se interpreta como un gesto con significado. Y la última no ha sido la excepción.
De los platós al otro lado del mundo.
Fue el 5 de septiembre cuando Rocío Flores regresaba a los platós de televisión para sentarse en ¡De viernes! y cargar sin piedad contra su madre, Rocío Carrasco, a quien acusaba de haberle «destrozado la vida». Literalmente. Ahora la interpelada ha regresado a España tras participar en Hasta el fin del mundo y se ha mostrado totalmente al margen de la polémica y sin demasiadas ganas de tender puentes. «Ni sé ni quiero saber», ha declarado.
Carrasco eligió un momento estratégico para marcharse: mientras en España su hija la señalaba públicamente, ella ponía tierra —y océanos— de por medio. Junto a Paula Vázquez viajó a Latinoamérica para formar parte de un reality de aventuras, una especie de retiro televisivo que la mantenía lejos de la tormenta mediática. «Inolvidable e increíble», ha calificado su paso por el programa. Una descripción que contrasta con la vivencia de su hija.
Dos relatos enfrentados.
Como «inolvidable e increíble», aunque de una forma bastante diferente, fue el paso de Rocío Flores por ¡De viernes!, donde atizó de forma inclemente a su madre. «Cualquier hija necesita en su vida a su madre, claro que la he echado de menos en muchos momentos de mi vida, claro que me sigue haciendo falta (…). Es duro reconocerlo, pero no tengo recuerdos bonitos de mi madre», confesó con crudeza.
Flores insistió en que su paciencia se ha agotado. «He gastado tanta energía en intentar durante mucho tiempo cosas que no han pasado ni por asomo, que a día de hoy no espero nada de ella. Ella es la que ha decidido no estar, me ha destrozado la vida… pero sigue siendo mi madre», reiteró, dejando claro que el lazo de sangre no alcanza para sanar lo roto. Mientras tanto, su madre parece haber desconectado del drama.
Silencio como respuesta.
A su regreso a la patria, Rocío Carrasco ha asegurado que desconoce todo lo que ha ocurrido por España en este tiempo, incluidas las declaraciones de su hija, a quien, según se ve, no piensa responder. «Ahí he estado aislada. No sabes nada de lo que ha pasado en España. De eso se trata», ha afirmado con naturalidad.
Su viaje, más allá del componente televisivo, ha funcionado como una experiencia de introspección. Carrasco se ha mostrado serena, incluso distante, como si su prioridad fuera preservar su paz interior. «No me interesa, ni sé ni quiero saber», repitió, cerrando de golpe cualquier posibilidad de reconciliación inmediata. Pero el mundo no se detuvo mientras ella se alejaba.
Una pérdida, un amor y un país dividido.
Durante el rodaje, Carrasco recibió la noticia del fallecimiento del padre de Fidel Albiac, su pareja de toda la vida. El dolor se coló en medio de la aventura, y a su regreso, habló con emoción contenida: aseguró que echó «muchísimo de menos» a Fidel, reafirmando la estabilidad de una relación que, a diferencia de otras, parece inquebrantable.
Sin embargo, ese tono sereno contrasta con el ruido que sigue creciendo en torno a la familia. El silencio de Carrasco, lejos de apagar el fuego, ha servido de combustible para quienes buscan respuestas, explicaciones o simplemente espectáculo.
A las alimañas también les increpan por la calle.
“A costa de la madre estáis viviendo” pic.twitter.com/ZtWgI0lLdM— Palomi (@palomi337) October 21, 2025
En los últimos días se han viralizado las imágenes de Rocío Flores siendo insultada por la calle mientras pasea con su familia, una escena que muestra hasta qué punto el público sigue dividido entre la empatía y el rechazo. Un conflicto que, pese al tiempo y la distancia, continúa siendo una herida abierta en la memoria colectiva del país.