La sorprendente esquela de una gallega fallecida a los 93 años: el guiño a su “gato Bitelchús” se convierte en lo más comentado

La alegría detrás de lo cotidiano.

En tiempos donde las redes sociales premian lo espontáneo, los gestos pequeños de gente anónima suelen robar más atención que cualquier gran titular. Historias que combinan humor, ternura o simple autenticidad logran romper la monotonía de los feeds y recordarnos que la humanidad sigue siendo profundamente creativa. No es casualidad que esas noticias se compartan miles de veces: tienen algo que reconcilia a los usuarios con la vida.

Cada cierto tiempo, una publicación inesperada consigue reunir a desconocidos alrededor de una sonrisa común. Basta un detalle fuera de lo previsto para que un mensaje salte del ámbito local a la viralidad. Y cuando esa chispa nace de un gesto sincero, el fenómeno se multiplica, cruzando fronteras digitales y emocionales.

En las redes, estos episodios actúan como un respiro. Alejan el ruido de la actualidad, sustituyendo la indignación o el debate por un instante de complicidad colectiva. Ese poder de lo mínimo, de lo íntimo compartido, es lo que explica el éxito de historias como la que, en los últimos días, ha salido de Galicia.

Un gato llamado Bitelchús.

En Galicia, donde las esquelas son casi una tradición cultural, una reciente publicación ha conmovido y hecho sonreír a miles de personas. La protagonista es María Teresa Castañeda Gil, una mujer de 93 años cuya despedida apareció en La Voz de Galicia y que, en cuestión de horas, se convirtió en fenómeno viral.

El motivo fue un detalle inesperado: entre los familiares que la recordaban, se mencionaba al “bisnieto gato Bitelchús”. Ese guiño cariñoso rompió la solemnidad habitual de los obituarios y llenó las redes de comentarios que celebraban la ternura de la familia.

El comunicador Xosé Castro fue quien detectó la esquela y la compartió en la red social X (antes Twitter) con un mensaje que ya es viral: «Galicia no te la acabas». En pocas horas, la publicación superó las 24 000 reproducciones, generando cientos de reacciones y compartidos.

Humor, ternura y una lección gallega.

Muchos usuarios destacaron el toque de humor y humanidad que desprende la esquela, convirtiéndola en ejemplo de cómo los gallegos saben despedirse con afecto incluso en los momentos más tristes. “Solo en Galicia una esquela puede hacerte reír y llorar al mismo tiempo”, escribió uno de los usuarios con más compartidos en la red.

Lejos de la rigidez de otros obituarios, esta esquela se une a una larga lista de ejemplos donde el ingenio, la emoción y el humor se entrelazan. En los últimos años, Galicia ha dado pie a esquelas que también se hicieron virales: desde la de un vecino de O Grove que pedía que no asistiera “nadie que no quisiera”, hasta la de una mujer que agradecía al supermercado donde iba cada mañana.

La de María Teresa Castañeda Gil ha destacado por su ternura. La inclusión del gato Bitelchús no sólo ha hecho sonreír, sino que ha recordado la importancia de los animales como miembros reales de las familias. El éxito de la esquela demuestra que en Galicia las despedidas pueden tener un carácter propio, donde se mezcla respeto, humor y amor por la vida cotidiana.

Un adiós que se volvió conversación.

La noticia ha recorrido redes y grupos de mensajería con la rapidez de todo lo que toca el corazón. Muchos internautas reconocieron haberse emocionado, otros compartieron historias similares, y no faltaron quienes confesaron haber reído entre lágrimas. En un océano digital lleno de polémicas, la esquela de María Teresa se convirtió en un pequeño refugio de ternura colectiva.

Su historia ha demostrado, una vez más, que el humor no está reñido con la despedida, y que incluso la muerte puede narrarse con amor y ligereza. El eco que ha tenido entre los usuarios confirma que las pequeñas historias, cuando son sinceras, siguen siendo las que más nos unen. Sin duda, una lección viral sobre la humanidad que permanece.

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