First Dates: El fenómeno televisivo que sigue uniendo y separando corazones.
Desde su estreno, First Dates se ha convertido en un referente dentro de los programas de citas en España. A lo largo de los años, ha demostrado que el amor puede aparecer en cualquier momento y lugar, incluso bajo los focos de la televisión. Su fórmula es sencilla, pero efectiva: dos desconocidos se sientan en una mesa para compartir una cena y descubrir si hay algo más allá de una conversación agradable. Sin guiones ni artificios, el reality muestra en directo la magia –o la falta de ella– que puede surgir en una primera cita.

Parte del éxito del programa radica en la diversidad de perfiles que se presentan noche tras noche. Desde románticos empedernidos hasta escépticos del amor, cada participante aporta su propia visión de lo que significa encontrar pareja. La audiencia, por su parte, disfruta tanto de las historias que acaban con un final feliz como de aquellos encuentros que se convierten en un auténtico desastre. Es precisamente esa imprevisibilidad lo que hace que First Dates se mantenga como uno de los formatos más entretenidos de la televisión actual.
Carlos Sobera y su equipo han logrado que el restaurante del amor sea un espacio donde todo puede pasar. A lo largo de los años, han presenciado flechazos instantáneos, decepciones fulminantes e incluso desencuentros memorables que han dado mucho de qué hablar. Y en esta ocasión, la cita entre José y Milena fue un claro ejemplo de cómo, aunque la apariencia pueda generar interés, la verdadera conexión va mucho más allá de lo superficial.
José y Milena: Cuando la química no aparece por ningún lado.
José, un camarero y tiktoker de 27 años, llegó a First Dates con ilusión y ganas de encontrar a alguien que aceptara su estilo de vida. Su trabajo nocturno y su actividad en redes sociales no siempre han sido bien recibidos en sus relaciones anteriores, por lo que esta vez esperaba dar con alguien que entendiera y respetara sus pasiones. “Hago batallitas, que son directos y uno se gana la vida con los regalitos que me hacen. Yo solo con poner mi cara… gracias a eso me va bien”, explicó a Carlos Sobera, dejando claro que TikTok no era un simple pasatiempo, sino una parte importante de su día a día.

Más allá de su faceta en redes, José tenía un pasado ligado al mundo de la belleza. En 2019 fue coronado como Míster Belleza Extremadura y, durante los dos años siguientes, trabajó como modelo. Sin embargo, como le ocurrió con su breve incursión en el fútbol, llegó un momento en el que el dinero no era suficiente. “Necesitaba sacarme más porque yo no dependo de mis padres ni de mi familia, sino de mí mismo”, confesó. Su independencia y determinación eran rasgos que valoraba en sí mismo y que esperaba encontrar en su futura pareja.
Cuando vio entrar a Milena, una esteticista y maquilladora de Cádiz de 24 años, José pensó que la suerte por fin estaba de su lado. “Es un pibonazo”, afirmó sin dudarlo. Sin embargo, para su cita, la sensación no fue la misma. “Soy mucho de conexión y de olores y no me ha gustado ni una ni otra”, admitió a las cámaras, sin ninguna intención de suavizar su opinión. Desde el primer momento, quedó claro que sus expectativas estaban muy lejos de cumplirse.
Un rechazo cada vez más evidente.
Si algo caracterizó a Milena durante la cita fue su sinceridad sin filtros. Desde el inicio, dejó claro que la actitud de José no terminaba de convencerla, y lo hizo sin rodeos. La primera señal de que la cita no iba bien llegó cuando él, con intención de romper el hielo, le preguntó si su primera impresión había sido positiva. Su respuesta no fue precisamente alentadora: “Yo esas preguntas no las haría de momento porque yo prefiero hablar y ya después veremos”, le dijo, mientras que él intentaba, sin éxito, encontrar una señal de interés por su parte.

Pero el verdadero golpe bajo llegó cuando Milena, en sus declaraciones a cámara, lanzó otro comentario que dejaba claro que la cita estaba condenada al fracaso. “Creo que para una cita lo mínimo que debes hacer es asearte y oler bien. Para mí, el 70% es oler bien”, sentenció, en lo que parecía una crítica velada –o no tan velada– hacia José. Con cada palabra, la distancia entre ellos se hacía más evidente, y el entusiasmo inicial de él iba apagándose poco a poco.
Intentando buscar un punto en común, José le preguntó a Milena por su tipo de hombre. Ella le explicó que no tenía un prototipo definido: “De las dos parejas que he tenido, una era culturista y el otro era un canijillo”. Sin embargo, cuando José comentó que, con el tiempo, el físico deja de ser tan importante en una relación, ella no pareció convencida. En ese momento, la conversación pasó de ser un simple intercambio de opiniones a convertirse en una lista de diferencias irreconciliables.
Un último golpe y el fin de la cita.
Si aún quedaba alguna esperanza de que la situación mejorara, esta se desvaneció por completo cuando José mencionó su pasado como Míster Belleza Extremadura. Lejos de impresionarse, Milena soltó su comentario más demoledor de la noche. “Tengo otro prototipo de míster en mi cabeza: una persona más alta, más musculada y con otra cara”, declaró sin un atisbo de reparo. José, que hasta ese momento había intentado llevar la situación con humor, se quedó sin palabras ante la contundencia de su rechazo.

El único aspecto positivo que Milena vio en José fue su capacidad para mantenerse por sí mismo y no depender de nadie. “Me gusta que sea trabajador”, admitió, pero eso no era suficiente para cambiar su percepción general de la cita. Por su parte, José comenzó a asumir que la conexión que buscaba no llegaría esa noche. Lo que en un principio parecía una oportunidad de conocer a alguien especial terminó siendo una sucesión de comentarios que, más que acercarlos, los distanciaban con cada minuto que pasaba.
Cuando llegó el momento de tomar la decisión final, la respuesta de Milena era predecible: no quería una segunda cita. “No ha habido conexión”, aseguró, dando por cerrada la posibilidad de un futuro en común. José, aunque decepcionado, entendió que quizás lo mejor era que todo terminara ahí. Al final, si algo quedó claro en esta cita es que el respeto y la empatía son esenciales para cualquier relación, y que a veces, más que lamentar un rechazo, hay que verlo como una oportunidad para encontrar a alguien que realmente valore lo que uno tiene para ofrecer.