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Hoy hace 32 años del “20 de abril del 90” y la chica por fin contestó la carta de Cifu

Hoy nos sentimos todos muy viejos al darnos cuenta de que ya se cumplieron 30 años de aquel “20 de abril del 90”, inmortalizado por Celtas Cortos en una de las canciones más queridas del pop español. Escrita a modo de carta dirigida por el autor a una vieja amiga, la canción rememora con nostalgia los buenos momentos vividos en el pasado con su común grupo de amigos de juventud.

El autor, Jesús Cifuentes, desveló posteriormente que la letra fue escrita mientras ejercía como asistente social en la localidad de El Tiemblo. Además, aunque el título de la canción alude a la primera estrofa de la canción, que reproduce el que sería encabezado de la carta —20 de abril del 90—, la canción se escribió en 1991.

A pesar de los recuerdos que nos traiga la canción, está claro que hoy en día, tantos años después, sería inconcebible escribir una canción con esta letra. Para empezar, porque ya casi nadie escribe cartas. O porque es muy difícil perder el contacto con los amigos de la juventud, gracias a las redes sociales.

Y es que si Jesús Cifuentes escribiera la canción hoy en día, todo sería muy diferente. O simplemente no escribiría la canción: tiraría de Facebook y hablaría a través de su aplicación de mensajería con su antiguo amor.

 

Para celebrar el aniversario, en GQ publicaron una supuesta respuesta de la chica a la que va dirigida la canción. “Lo que muy pocos saben es que aquella chica respondió por alusiones en una carta llena de emociones a flor de piel y sentimientos encontrados”, dicen en la publicación. Es todo de coña, claro, pero nos parece que le han dado la vuelta a la tortilla de una forma tan divertida, que no podemos dejar de compartirlo con vosotros:

“20 de abril del 90”

30 de abril del 90.

“Hola, chata, ¿cómo estás?
¿Te sorprende que te escriba?
Tanto tiempo es normal.
Pues es que estaba aquí solo,
me había puesto a recordar,
me entró la melancolía
y te tenía que hablar.”

Hola “chato”: (¿Me has llamado chata? ¿de verdad? ¿te ha poseído Arturo Fernández?) Pues ya que lo preguntas estoy mejor que en brazos. Y sí, sí que ha pasado mucho tiempo. Y no, de ti realmente ya no me sorprende nada. O sea que tus amigos hoy no salen, y te has dicho en pleno calentón “voy a escribirle una carta a ésta, a ver si suena la flauta”. Pues no, no ha sonado. De hecho no hay flauta, ni flautista, ni nada.

“¿Recuerdas aquella noche
en la cabaña del Turmo?
¿Las risas que nos hacíamos
antes todos juntos?
Hoy no queda casi nadie de los de antes,
y los que hay han cambiado,
han cambiado, sí.”

Lo de la cabaña lo recuerdo, claro que lo recuerdo. Yo allí contigo y con éstos, todos juntos de fin de semana romántico en ese submarino. Lo de las risas ya no tanto, mira por donde. Eso sí, estoy viendo como si fuera ayer a tus amigotes haciendo chistes verdes y poniéndose del revés mientras tú no podías ni sostener la guitarra. Y luego, los dos comas etílicos en medio de la montaña y la posterior peregrinación al hospital a las 5 de la mañana. Conducía yo, no sé si se te acuerdas, porque era la única que podía ver. Me alegro mucho de que tus colegas hayan cambiado, porque así no iban a ninguna parte.

“Pero bueno, ¿tú qué tal? Di.
Lo mismo hasta tienes críos.
¿Qué tal te va con el tío ese?
Espero sea divertido.
Yo, la verdad, como siempre,
sigo currando en lo mismo.
La música no me cansa,
pero me encuentro vacío.”

Pero hablemos de mí, que veo que ahora de repente te interesa. Te cuento brevemente: sigo con el “tío ese”, que tiene un nombre, se llama Joaquín. Es muy divertido, buena persona y romántico. Trabaja de profesor en la universidad, lo cual automáticamente lo convertirá para ti y tus amigotes en un aburrido trajeado y un vendido al sistema. Nadie es perfecto. Y por ahora no tenemos críos, pero estamos entrenando mucho, muy duro y por todas partes por si llega el día. Me duele leer que te sientes vacío, ¿tu grupito ese de fans putones ya no te llena? Aun así, y para que veas que no te guardo rencor, me alegro de verdad de que la música no te canse, sigue en ello porque lo demás se te da aún peor.

“¿Recuerdas aquella noche
en la cabaña del Turmo?
¿Las risas que nos hacíamos
antes todos juntos?
Hoy no queda casi nadie de los de antes,
y los que hay han cambiado,
han cambiado, sí.”

Veo que repites lo de la cabaña esa de los horrores. Y veo que has escrito la carta en rima asonante (tú es que no sabes rimar, Jesús, te lo he dicho muchas veces). Así que si sacas una canción sobre esto, por favor, no digas mi nombre.

“Bueno, pues ya me despido,
si te mola me contestas.
Espero que mis palabras
desordenen tu conciencia.
Pues nada, chica, lo dicho,
hasta pronto si nos vemos.
Yo sigo con mis canciones
y tú sigues con tus sueños.”

La verdad es que no te iba a escribir, pero cuando has dicho eso de “si te mola me contestas” he visto la luz. Y es que tienes los santísimos de apelar a mi conciencia. Yo que he sido tan mala de abandonarte porque (palabras textuales) “no tenía sensibilidad para apoyarte en tus complicados procesos creativos musicales”. Así que tú sigue con tus canciones, no te vaya a dar otro ataque de ansiedad como aquella vez que intentaste trabajar de verdad. Yo seguiré con mis sueños, esos imposibles, que son básicamente tres comidas al día, ropa limpia, un poco de cariño y otros caprichos egoístas de “burguesa acomodada”.

“¿Recuerdas aquella noche
en la cabaña del Turmo?
¿Las risas que nos hacíamos
antes todos juntos?
Hoy no queda casi nadie de los de antes,
y los que hay han cambiado,
han cambiado, sí.”

Pues eso, que te vaya bien en la cabaña, que veo que te has quedado ahí. Espero no encontrarme contigo, y si te encuentro y me hago la loca, no te lo tomes a mal, es que me das mucha pereza.

Hasta siempre, chato.

Fuente.

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