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Fallece trágicamente José Antonio Félez

El adiós que estremece.

Cuando muere una figura esencial en su campo, el impacto no queda limitado a colegas o allegados: resuena en toda una sociedad. Son personas cuyo trabajo definió épocas, cuya influencia se entrelaza con la memoria colectiva sin que siempre seamos del todo conscientes. El mundo del cine español se ha despertado con una noticia que, para muchos, marca el final de una era.

Ha fallecido a los 71 años José Antonio Félez, un productor que no solo impulsó trayectorias brillantes, sino que ayudó a reinventar la manera de contar historias en el cine nacional. Fue uno de los artífices del llamado “nuevo cine andaluz” a comienzos del milenio, un movimiento que dio voz a una generación creativa y arriesgada, entre los que figuran nombres hoy imprescindibles como Alberto Rodríguez, Santi Amodeo o Rafael Cobos. Pero más allá de etiquetas o escuelas, su legado está hecho de decisiones valientes, intuiciones acertadas y una capacidad única para detectar talento.

El origen de una mirada.

Félez comenzó su andadura profesional a finales de los años 80, como ayudante del Consejero Delegado de CBS/FOX en España, en una época donde aún se forjaban los engranajes de una industria audiovisual moderna. Pasó luego por Prime Films, junto a Elías Querejeta, y fue allí donde aprendió a mirar el cine con ambición artística y sentido de producción. Su primera gran apuesta llegó en 1998, con El faro del sur, de Eduardo Mignogna, firmando como productor ejecutivo.

Ese mismo año fundó Tesela Producciones Cinematográficas, su plataforma creativa y empresarial. Con ella alumbró obras clave como El factor Pilgrim, que marcó el debut conjunto de Amodeo y Rodríguez, o El bola, la ópera prima de Achero Mañas que conmocionó a crítica y público y supuso su primer gran éxito. Desde entonces, su nombre quedaría ligado a la transformación del cine español del siglo XXI.

Un puente para nuevas voces.

Félez fue mucho más que un productor: fue una bisagra entre generaciones, el que ofrecía su respaldo cuando aún no había certezas. Así ocurrió con Daniel Sánchez Arévalo, a quien acompañó en su deslumbrante debut con AzulOscuroCasiNegro. También respaldó los primeros trabajos en solitario de Rodríguez y Amodeo, con El traje y Astronautas, respectivamente. Para muchos de ellos, fue su primer aliado en un mundo que no siempre cree en las primeras veces.

A lo largo de los años, Félez mantuvo vínculos firmes con los cineastas que ayudó a impulsar. Juntos dieron forma a películas como Modelo 77, After o La gran familia española, así como a series de impacto como La peste o Las de la última fila. Su huella está impresa en narrativas que escarban en lo humano desde la mirada del sur, sin caer en tópicos, con una estética cuidada y una profundidad inconfundible.

El reconocimiento de una vida.

En 2014, la Academia de Cine le concedió el Goya a la mejor película por La isla mínima, un thriller que puso al cine andaluz en el mapa internacional con una fuerza inusitada. Pero más allá de los premios, su mayor logro fue construir una comunidad creativa basada en la confianza y la excelencia. En 2021, sus propios compañeros de profesión le rindieron homenaje otorgándole la Medalla de Oro de los Premios Forqué.

José Antonio Félez se va dejando una filmografía que no solo cuenta historias: transforma el paisaje emocional de quienes las ven. Su ausencia se sentirá en los rodajes, en las salas, en las conversaciones entre quienes aún sueñan con hacer cine. Porque hay personas que producen películas. Y otras que producen futuro.