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España de luto: Fallece inesperadamente Marta Solís

El adiós que estremece a una comunidad.

A veces, la pérdida de una figura clave dentro de una comunidad trasciende lo personal y se convierte en un duelo colectivo. No es raro que quienes han marcado una época en lo político, lo social o lo cultural, dejen un vacío difícil de llenar. Así ocurre en Estepona, donde el fallecimiento de una mujer muy influyente ha conmovido a vecinos, compañeros y representantes públicos.

Se trata de Marta Solís, antigua concejala de Turismo, empresaria y activista por los derechos de los animales. Su nombre resuena en el municipio no solo por su paso por la política, sino por un legado de cercanía, compromiso y amor por su tierra. Las redes sociales se han llenado de mensajes que hablan más de afecto que de protocolo.

Mucho más que un cargo público.

El alcalde, José María García Urbano, ha expresado su pesar destacando su papel en el desarrollo turístico del municipio y su calidez humana. “Hacía que todos se sintieran bienvenidos”, ha señalado, recordando también su faceta hotelera. Otras voces del ámbito político, como Emma Molina del PSOE o Manuel Aguilar de Vox, han subrayado su dedicación, generosidad y la impronta imborrable que dejó en quienes la trataron de cerca.

Más allá de la política, Marta cultivó lazos personales profundos, siendo reconocida por su hospitalidad y su mirada empática. Su forma de estar presente, su energía y su entrega a las causas que abrazaba han sido constantemente recordadas en las últimas horas. Pocas veces una despedida ha generado tal unanimidad en los mensajes.

Una trayectoria marcada por la ética.

Solís desempeñó su labor como concejala en dos etapas, entre 1995 y 1999, y después entre 2004 y 2006, siempre bajo las siglas del Partido de Estepona. Su renuncia voluntaria al cargo en medio de presiones internas y su posterior testimonio en el conocido ‘Caso Astapa’ la distinguieron como una figura que antepuso principios a intereses. Nunca quiso formar parte de maniobras irregulares, aunque eso implicara apartarse de su puesto.

“Era demasiada responsabilidad moral y legal para aceptar”, dijo entonces, dejando claro que la honestidad estaba por encima de cualquier estrategia política. Ese episodio no fue un punto final, sino una reafirmación de su carácter y de su forma de entender el servicio público. Su decisión fue tan recordada como respetada.

Embajadora de una ciudad en expansión.

A lo largo de su carrera, Marta Solís fue una pieza clave en la proyección turística de Estepona, tanto desde las instituciones como desde el sector privado. Impulsó campañas estratégicas, lideró la creación del Palacio de Congresos y posicionó la ciudad en ferias y encuentros internacionales. La promoción de Estepona como destino competitivo llevó su sello personal: eficaz, elegante y con una visión clara.

En el ámbito empresarial, también brilló. Fue directora de marketing en el prestigioso hotel Kempinski y más recientemente ocupaba un cargo de dirección comercial en una importante empresa local. Su capacidad para tejer relaciones y liderar equipos fue ampliamente reconocida.

Un legado que trasciende generaciones.

Hija del ministro franquista José Solís Ruiz, Marta eligió forjar su propio camino, alejado de la sombra política de su padre. Quienes la conocieron destacan su entusiasmo inagotable, su empatía y su entrega, ya fuera organizando una campaña, defendiendo a los animales o animando a su equipo. Era de esas personas que dejan huella por cómo hacen sentir a los demás.

Estepona llora hoy a una mujer que dio mucho más de lo que recibió, cuya figura permanecerá en la memoria colectiva no solo por lo que hizo, sino por cómo lo hizo. Marta Solís ha partido, pero su nombre seguirá escrito en la historia emocional de su ciudad.