Trágico suceso en Marbella.
Las tragedias, esos oscuros episodios que marcan a fuego el alma colectiva, tienen la capacidad de dejar cicatrices imborrables en el tejido social. Cuando estas tragedias implican la pérdida de seres queridos, el impacto emocional se multiplica, afectando a comunidades enteras. Sin embargo, en circunstancias donde la pérdida ocurre de manera súbita y sin previo aviso, el dolor puede convertirse en una carga abrumadora. Este dolor se amplifica aún más cuando la persona perdida era una figura amada y respetada por muchos, tal como lo fue Caritina Goyanes.

La noticia del fallecimiento de Caritina Goyanes a los 46 años ha dejado una estela de consternación y tristeza. Los acontecimientos se desarrollaron mientras la empresaria disfrutaba de unas vacaciones en su residencia en Marbella, en pleno corazón de la Costa del Sol, junto a su familia. En un trágico giro del destino, Caritina comenzó a sentirse mal y fue llevada de inmediato por su esposo al hospital más cercano, el Hospiten. Allí, los médicos realizaron todos los esfuerzos posibles para estabilizarla, pero finalmente certificaron que sufría un paro cardíaco que resultó irreversible. El repentino final de Caritina dejó un vacío inmenso en aquellos que la rodeaban, quienes aún se aferran al shock de su inesperada partida.
Un doble golpe para la familia Goyanes Lapique.
El dolor de la familia Goyanes Lapique se ve intensificado por la proximidad de otra pérdida significativa: solo han pasado dos semanas desde el fallecimiento del padre de Caritina, Carlos Goyanes, quien murió a los 79 años el pasado 7 de agosto. Esta nueva tragedia agrava el luto y desgarra aún más a una familia que apenas había comenzado a procesar la partida de su patriarca. La herida abierta por la muerte de Carlos ahora se profundiza con el inesperado adiós de Caritina, la hermana mayor de Carla Goyanes, quien a sus 41 años también debe enfrentar el dolor de esta devastadora pérdida. La familia, conocida por su estrecha unión, se encuentra ahora lidiando con dos pérdidas enormes en un corto período de tiempo, lo que hace que el duelo sea aún más arduo de sobrellevar.

Caritina, una mujer que compartió su vida con el empresario Antonio Matos, con quien contrajo matrimonio en el verano de 2006, deja atrás a su esposo y a sus dos hijos, Pedro, de 13 años, y Minicari, de 10. Su vida profesional estaba dedicada al mundo de la hostelería, un ámbito en el que destacó con su propio negocio de catering, conocido como ‘Sixsens’. Su relación con Antonio fue un modelo de unión y complicidad, y juntos formaban un matrimonio envidiable por su fortaleza y cariño mutuo. Aquellos que tuvieron el privilegio de conocerla, no dudan en describir a Caritina como una persona excepcional: “buena gente, cariñosa, transparente y muy amiga de sus amigos”, según las palabras de quienes compartieron con ella momentos importantes de su vida.
Una vida compartida con alegría y afecto.
El rostro de Caritina, siempre adornado con una sonrisa, reflejaba la alegría con la que vivía su día a día. Le gustaba compartir los momentos felices de su vida con sus seguidores en las redes sociales, utilizando su perfil público como un escaparate de las fechas más significativas: cumpleaños, aniversarios de boda y viajes en familia. Estos momentos, que ahora quedan grabados en la memoria de sus seres queridos, revelan a una mujer que valoraba cada instante con los suyos.
Un ejemplo de esta dicha compartida fue su viaje a Venecia en otoño del año pasado, una escapada que sirvió para celebrar con entusiasmo sus 46 años, rodeada de las personas que más amaba. Estos recuerdos se han convertido ahora en tesoros invaluables para su familia y amigos, quienes encontrarán en ellos consuelo en medio del dolor. La última vez que Caritina apareció en público fue hace menos de tres semanas, el 18 de agosto, en Marbella. En esa ocasión, acompañada de su hijo Pedro, asistió al funeral de su padre, Carlos Goyanes.
Las imágenes de aquel día muestran a una familia inmersa en el duelo, con el dolor y la tristeza claramente visibles en los rostros de todos los presentes mientras despedían al patriarca. La figura de Caritina, de la mano de su hijo, reflejaba el peso de la pérdida reciente, sin que nadie imaginara que, en poco tiempo, su familia estaría enfrentando otro duro golpe. Esta imagen, que ahora adquiere un nuevo significado, es un recordatorio del fragilidad de la vida y de la importancia de valorar cada momento con nuestros seres queridos.