Trágico suceso.
La sociedad se ve profundamente afectada cuando se enfrenta a tragedias, sobre todo aquellas que implican la pérdida de seres queridos. Enfrentar la muerte como parte del ciclo natural de la vida puede llevarnos a encontrar consuelo en la resignación y la aceptación. No obstante, hay circunstancias donde el dolor es abrumador, especialmente cuando la pérdida es repentina y afecta a una figura admirada y querida por muchos. Tal es el caso de Cristina Alberdi.

La exministra de Asuntos Sociales durante el gobierno de Felipe González y antigua vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Cristina Alberdi, ha fallecido este jueves en un hospital de Madrid a la edad de 78 años. Alberdi había estado enfrentando una enfermedad que se prolongó por varios meses, según lo confirmaron a la agencia EFE fuentes cercanas a su familia. La noticia de su fallecimiento ha dejado una huella profunda en quienes la conocieron y admiraron su incansable lucha por los derechos de la mujer y su dedicación al servicio público.
El cuerpo de Alberdi será trasladado el viernes al tanatorio M30 de Madrid, donde amigos, familiares y colegas podrán rendirle homenaje y dar el último adiós a una mujer que dedicó su vida a la justicia y la igualdad. Este espacio servirá no solo como un lugar de duelo, sino también como un testimonio de su legado duradero y su impacto en la sociedad española.
Cristina Alberdi nació en Los Rosales (Sevilla) el 22 de febrero de 1946. Desde joven mostró una vocación clara por el Derecho, obteniendo su licenciatura y destacando en los primeros años de su carrera profesional como abogada por su firme defensa de los derechos de las mujeres. Su pasión y determinación la llevaron a fundar en Madrid el Colectivo Jurídico Feminista, un movimiento que jugaría un papel crucial en la promoción de la igualdad de género en España.
Primera mujer en el CGPJ.
En 1985, Alberdi se convirtió en la primera mujer elegida como vocal del CGPJ, una designación que no estuvo exenta de controversia. Era un requisito imprescindible para este cargo el ejercicio de la abogacía durante al menos 15 años. Aunque Alberdi comenzó a trabajar como abogada en 1969, no se colegió oficialmente hasta 1971, lo que generó un debate significativo en torno a su nombramiento. Pese a las críticas, su presencia en el CGPJ marcó un hito en la historia judicial del país.
Tras dejar su cargo de vocal en 1990, Alberdi regresó a su labor como abogada, hasta que en 1993 fue nombrada ministra de Asuntos Sociales en el gobierno de Felipe González. Este nombramiento fue particularmente notable dado que Alberdi no era militante del PSOE en ese momento, lo que subraya la confianza que su capacidad profesional y ética inspiraban. Durante su mandato, promovió importantes iniciativas como el Plan General de Actuación sobre la Inmigración y el II Plan de Igualdad de Oportunidades de la Mujer, entre otros proyectos clave.
Cuando el Partido Popular ganó las elecciones generales en 1996, Alberdi cesó como ministra y fue elegida diputada socialista por Málaga. Más adelante, en el año 2000, también representó a Madrid en el Congreso. En 1995, ingresó formalmente en el PSOE y fue nombrada presidenta de la Federación Socialista Madrileña en 1997, cargo que mantuvo hasta 2000, cuando Rafael Simancas fue elegido nuevo secretario general.
Conflictos internos y cambio de rumbo.
En el año 2000, el Comité Federal del PSOE la incluyó en la junta gestora tras la dimisión de la directiva debido a los malos resultados electorales. Alberdi desempeñó este cargo hasta el Congreso en el que fue elegido José Luis Rodríguez Zapatero como secretario general. Sin embargo, las tensiones dentro del partido no tardaron en surgir. En 2003, dimitió de su puesto como responsable de Estudios y Programas en la Federación Socialista Madrileña, en desacuerdo con la dirección estratégica del partido tras el ‘tamayazo’ de la Asamblea de Madrid.
La Comisión Ejecutiva Federal del PSOE le abrió un expediente disciplinario en 2003 debido a sus “continuas y reiteradas manifestaciones públicas en contra de las decisiones políticas adoptadas por los órganos de dirección” del partido. Alberdi fue sancionada con la expulsión, aunque finalmente decidió abandonar el PSOE por su propia voluntad. Manifestó su “discrepancia radical” con la postura del partido, especialmente tras el pacto de gobierno en Cataluña, y pasó al Grupo Mixto en el Congreso, señalando un cambio significativo en su trayectoria política.
En 2004, Esperanza Aguirre la nombró presidenta del Consejo Asesor contra la Violencia de Género de la Comunidad de Madrid, un cargo desde el cual continuó su lucha por los derechos de las mujeres y la igualdad de género. Este último capítulo en la carrera de Alberdi subraya su compromiso inquebrantable con la justicia social y su capacidad para influir positivamente en las políticas públicas, hasta el final de su vida.