Trágico suceso.
Hay noticias que detienen la rutina y se instalan en las conversaciones de la calle. Son episodios que rompen la idea de normalidad y obligan a mirar de frente a la fragilidad de la vida cotidiana. Cuando afectan a menores, el impacto emocional se multiplica y la sensación de injusticia se hace aún más intensa. En esos momentos, toda una sociedad se pregunta cómo ha podido ocurrir algo así.

Los hechos que interrumpen la vida de una familia en cuestión de horas despiertan una mezcla de temor, empatía y necesidad de explicaciones. La confianza en los entornos habituales, como un centro de salud o una consulta médica, se tambalea cuando algo sale mal y el resultado es irreversible. Padres y madres proyectan de inmediato a sus propios hijos en la historia, imaginan la escena y les recorre un escalofrío. De pronto, un lugar rutinario se convierte en el escenario de una tragedia difícil de procesar.
En la Comunidad Valenciana, un caso reciente ha generado precisamente ese tipo de reacción colectiva. Lo que comenzó como una visita ordinaria al dentista ha terminado en un drama que hoy se examina con lupa. Las autoridades sanitarias, la justicia y la ciudadanía siguen con atención cada nuevo dato que se conoce. Detrás de las cifras y los informes técnicos está el dolor de una familia y la inquietud de miles de hogares.
Cronología en la clínica.
La investigación se centra en la muerte de una niña de seis años y en la delicada situación de otra de cuatro, ingresada en la UCI, tras someterse a un tratamiento odontológico en una clínica de Alzira. La Conselleria de Sanidad ha ordenado la suspensión cautelar de la actividad del centro mientras se aclaran las circunstancias.
Paralelamente, van apareciendo nuevos testimonios y documentos que dibujan con más detalle lo ocurrido aquella mañana. Entre ellos destaca la versión de la familia, que sostiene que la pequeña ya se encontraba mal dentro de la propia clínica.
Según el relato de los padres, la niña tenía cita a las nueve de la mañana para una intervención en la que se iban a extraer varias piezas de leche. Lo que debía ser un procedimiento breve se prolongó durante horas dentro de la consulta. La menor empezó a mostrar señales de malestar y permaneció en observación en el centro dental alrededor de cuatro horas, siempre de acuerdo con la familia. Más tarde, los progenitores explicarían en el Hospital de la Ribera que llegaron al servicio de urgencias pasadas las cuatro y media de la tarde, en torno a las 16.52 horas.
Durante ese tiempo, la niña, aseguran, presentaba una somnolencia constante, dificultades para respirar y una respuesta mínima a los estímulos. También refieren que vomitó en varias ocasiones sin que el cuadro mejorara de forma clara. Aun así, y siempre según su versión, el personal de la clínica consideró que podía abandonar el establecimiento una vez transcurrido ese periodo de observación. La familia regresó a casa con la pequeña todavía apagada y sin recuperar del todo su estado habitual.
Respuesta de la clínica.
La responsable del centro ofrece un relato muy distinto de lo sucedido en aquellas horas clave. Sostiene que la menor fue sedada para “relajar a la niña” con el objetivo de empastar caries y extraer algunos dientes de leche, un procedimiento que, recalca, se desarrolló sin incidentes dentro de la consulta.
Asegura que, una vez finalizado el tratamiento, la pequeña abandonó el lugar en buen estado. En declaraciones públicas, la propietaria insiste en que “La niña se fue de aquí perfectamente, se empezó a encontrar mal después”, y subraya que los síntomas graves no aparecieron, a su juicio, mientras permanecía en la clínica.
La familia cuenta que, ya en el domicilio, la menor continuó con el mismo abatimiento y que apenas reaccionaba. Explican que, tras beber agua, pareció experimentar una breve mejoría que dio un respiro a los padres. Sin embargo, pocos minutos después, la niña perdió el tono y dejó de responder, lo que desató el pánico en la vivienda.
Ante la urgencia, los progenitores decidieron trasladarla por sus propios medios al Hospital de la Ribera, donde los equipos sanitarios la recibieron sin respiración ni pulso y con signos de falta de oxígeno. Los profesionales activaron de inmediato todos los recursos disponibles, recurrieron a una traqueotomía ante la imposibilidad de intubarla y prolongaron las maniobras de reanimación durante alrededor de 90 minutos, pero finalmente solo pudieron certificar su fallecimiento.
La titular del Juzgado de Instrucción número 5 de Alzira ha abierto diligencias previas para esclarecer el caso y ha ordenado el traslado del cuerpo de la menor al Instituto de Medicina Legal de Valencia para practicarle la autopsia. Las muestras obtenidas durante ese procedimiento han sido remitidas al Instituto Nacional de Toxicología, en Barcelona, que deberá concretar qué sustancias se utilizaron en la sedación y en qué concentraciones.
Ese trabajo pericial será clave para reconstruir con precisión los hechos y determinar posibles responsabilidades. Mientras tanto, la familia espera respuestas y muchas personas siguen con angustia cada novedad que se conoce sobre lo ocurrido. La noticia ha sobrecogido enormemente a todos los españoles.