web analytics

El conocido cardiólogo Aurelio Rojas alerta: “Si eres capaz de hacer esto con el pulgar de tu mano…”

El cuerpo habla. Y en redes, interesa.

En la era de los virales, los contenidos sobre salud se han convertido en algunos de los más compartidos, comentados y guardados. La mezcla de curiosidad, miedo y deseo de autocuidado convierte cada nuevo síntoma o señal corporal en potencial trending topic. Lo que antes era materia exclusiva de consultas médicas, hoy se analiza, debate y hasta se practica en casa, móvil en mano.

Un claro ejemplo es el llamado “signo del pulgar”, una curiosa correlación que ha resurgido en redes sociales gracias al cardiólogo Aurelio Rojas. Según explicó en un reel de Instagram —y también en Threads—, la manera en la que doblamos el pulgar podría estar relacionada con una enfermedad tan grave como el aneurisma de aorta. Una afirmación que no pasó desapercibida entre usuarios, médicos y pacientes por igual.

Rojas advierte que este signo no sustituye ningún diagnóstico clínico, pero sí puede funcionar como alerta. La relación, aunque llamativa, no es directa como podría ser el caso de una fiebre con dolor de garganta. En este caso, se trataría de una pista anatómica externa que podría indicar un problema interno, mucho más serio.

De la mano al corazón.

El aneurisma de aorta es una dilatación peligrosa de la arteria más importante del cuerpo. Cuando esa arteria se debilita, pueden producirse desgarros o incluso roturas, con consecuencias fatales. Lo que sugiere Rojas es que, si el pulgar puede doblarse exageradamente sobre la palma —llegando incluso más allá del borde de la mano—, esa hipermovilidad podría ser señal de una debilidad estructural más profunda.

“Si tu pulgar cuando lo doblas llega aproximadamente a la mitad de la palma de la mano, a esto se lo considera normal. Pero algunas personas pueden doblarlo prácticamente hasta el final y superar incluso el borde de la mano, el quinto dedo”, señala el cardiólogo en su vídeo. “Lo que observaron en este estudio es que aquellas personas que eran más capaces de alcanzar con el pulgar el final de la palma de la mano tenían mayor probabilidad de tener aneurisma de aorta ascendente que las que no podían hacerlo”.

El estudio al que hace referencia fue publicado en 2021 por expertos de la Universidad de Yale en la revista American Journal of Cardiology. Los investigadores identificaron una posible relación entre la hiperlaxitud articular y el aneurisma en pacientes sometidos a cirugía. En otras palabras, tejidos más flexibles por fuera podrían indicar estructuras más frágiles por dentro, debido a defectos en el colágeno, ya sean genéticos o derivados de déficits nutricionales.

No todo lo que se dobla está roto.

A pesar del revuelo que genera este tipo de contenido, los expertos coinciden en que no se trata de una herramienta diagnóstica definitiva. El signo del pulgar puede ser útil como señal inicial o complemento, pero jamás sustituye a estudios como ecocardiogramas, tomografías o resonancias. Y, sobre todo, no es infalible: los falsos positivos están a la orden del día.

Personas que practican yoga, gimnasia o danza suelen tener articulaciones extremadamente flexibles, sin que eso implique ninguna patología cardiovascular. De ahí la importancia de contextualizar el signo del pulgar y no generar alarmas innecesarias. Como recordaba el propio Rojas, es apenas una “prueba casera” que puede orientar, pero nunca diagnosticar por sí sola.

La polémica no tardó en llegar a la sección de comentarios del vídeo original. Una médica, identificada como @doctoraklarasenior, respondía con contundencia: “Doblar el pulgar y que sobrepase el borde de la mano NO significa que vas a tener un aneurisma”. Su comentario, como tantos otros, pone el foco en los matices necesarios cuando se habla de salud en redes sociales.

Entre la viralidad y la responsabilidad.

“Eso es un signo aislado que, cuando se presenta junto a otras características físicas muy específicas, puede ser indicativo de síndromes del tejido conectivo como el síndrome de Marfan, Ehlers-Danlos o Loeys-Dietz”, agregó la doctora. “Y aún en esos casos, no todas las personas desarrollan aneurismas”. La hipermovilidad, por tanto, no es sinónimo automático de enfermedad.

“La hiperflexibilidad o hipermovilidad articular es bastante común en muchas personas completamente sanas —bailarinas, gimnastas, yoguis— y no es un diagnóstico de enfermedad por sí sola”, concluye. Y ahí está la clave: entre el dato curioso y la conclusión médica hay un puente que solo el contexto y el conocimiento pueden cruzar.

Al final, lo que este caso ilustra es el delicado equilibrio entre la divulgación médica y la viralización en redes. La buena noticia es que, si se maneja con criterio, incluso un pulgar doblado puede abrir la puerta a una conversación útil sobre prevención, genética y autocuidado. Eso sí: con pies —y manos— en la tierra.