Un gesto que desató indignación en las gradas.
Piotr Szczerek, un empresario polaco con una fortuna considerable y una carrera consolidada al frente de una de las compañías más influyentes de su país, se ha visto envuelto en una tormenta mediática tras un episodio ocurrido durante el US Open. El incidente, que tuvo lugar al final de un partido de Kamil Majchrzak, provocó una oleada de indignación en redes sociales y generó un debate sobre la ética y el comportamiento en eventos deportivos.
La polémica estalló después de que el propio Szczerek publicara un comunicado en sus redes sociales, en el que intentaba dar explicaciones y ofrecer disculpas por lo sucedido. El motivo del escándalo es ya ampliamente conocido: Szczerek le arrebató a un niño una gorra que el tenista polaco había entregado como obsequio tras finalizar el último Grand Slam de la temporada.
La escena, grabada por varios asistentes, muestra al empresario extendiendo la mano con rapidez para tomar el regalo que Majchrzak había dirigido a un pequeño aficionado. El gesto, que pretendía pasar desapercibido, acabó teniendo el efecto contrario, convirtiéndose en material viral en cuestión de minutos.
Nothing is more disgusting than a child bully.
He is Piotr Szczerek, the owner of the Polish Drogbruk company, stealing the cap of Kamil Majchrzak during the US open.
Disgusting people. pic.twitter.com/jG3KIRh3dU— Roberto A. Arrucha (@Arrucha) August 30, 2025
El niño, identificado como Brock, intentó recuperar la gorra pidiéndole al empresario que se la devolviera, pero Szczerek hizo caso omiso. En lugar de entregársela, decidió guardarla discretamente en el bolso de la mujer que lo acompañaba, un detalle que no pasó inadvertido para quienes presenciaron la escena. La reacción en Internet fue inmediata: miles de usuarios criticaron el comportamiento del millonario y llenaron su perfil de comentarios furiosos, acusándolo de falta de empatía y abuso de poder.
Una ola de reacciones y un héroe inesperado.
“Rata”, “ladrón” o “bolsa de excremento andante” fueron solo algunos de los calificativos que comenzaron a circular en redes contra Szczerek. La historia cobró aún más fuerza cuando el propio Kamil Majchrzak se enteró de lo sucedido y lanzó un llamamiento público para localizar al pequeño afectado. El gesto del tenista fue ampliamente celebrado y ayudó a encender un sentimiento de solidaridad entre los aficionados, que se movilizaron rápidamente para dar con el paradero de Brock.
El final de esta parte de la historia fue mucho más feliz para el niño: poco después, Majchrzak publicó en Instagram una fotografía sonriente junto a Brock, a quien entregó una gorra nueva y varios obsequios adicionales. “Hola mundo, ¡junto a Brock te deseamos un gran día!”, escribió el tenista en su perfil, acompañando el mensaje con una imagen que logró suavizar parcialmente la tensión que había rodeado el episodio.
Pero mientras el público aplaudía el gesto del jugador, las críticas hacia Szczerek no cesaban. La presión mediática lo obligó a pronunciarse, y lo hizo a través de un extenso comunicado difundido desde la cuenta oficial de la empresa que dirige, Drogbruk. Allí admitió que había cometido “un gran error” y aseguró que, tras lo ocurrido, devolvió personalmente la gorra a Brock, tratando de poner fin a la polémica que lo tenía en el centro de la tormenta.
La disculpa oficial que no convenció a todos.
“Debido a la situación que ocurrió durante el partido de Kamil Majchrzak en el US Open, me gustaría disculparme claramente con el niño herido, su familia, así como con todos los fans y el jugador en persona”, escribió Szczerek, intentando dar un tono formal a sus palabras. En el comunicado, también ofreció su versión de los hechos y afirmó que todo se trató de un malentendido.
“He cometido un gran error. En las emociones, en la multitud regocijándose después de la victoria, estaba convencido de que el jugador de tenis inclina su sombrero en mi dirección”, continuó el empresario, sugiriendo que su acción no fue intencional, sino fruto de la confusión.
En el último tramo de su disculpa, Szczerek reconoció el daño causado: “Hoy sé que hice algo que parecía como si le hubiera quitado deliberadamente un recuerdo a un niño. No era mi intención, pero eso no quita que lastimé al niño y decepcioné a la afición”. Sin embargo, pese a estas palabras, la opinión pública parecía dividida: mientras algunos aceptaban sus explicaciones, otros consideraban que el gesto era injustificable, viniera acompañado o no de arrepentimiento.
La segunda declaración que encendió aún más la polémica.
Lo que parecía ser un intento de reparar su imagen dio un giro inesperado cuando Szczerek publicó un nuevo texto, esta vez desde su perfil personal. En el mensaje, adoptó un tono mucho menos conciliador y lanzó críticas veladas hacia quienes lo habían atacado en redes sociales. “Un incidente reciente en un partido de tenis ha causado una confusión desproporcionada en Internet. Por supuesto, que es un sombrero famoso. Sí, lo tomé. Sí, lo hice rápido, pero como siempre dije, en la vida es el primero que llega, el primero que se sirve”, escribió.
La declaración generó aún más indignación entre los usuarios, que interpretaron sus palabras como una justificación arrogante en lugar de una disculpa sincera. Szczerek insistió en que la magnitud del debate era exagerada y pidió que se dejara de hacer de la gorra un símbolo de escándalo internacional. “Entiendo que a algunas personas no les guste esto, pero por favor, no hagamos un escándalo global de un sombrero”, señaló.
Por último, el empresario advirtió sobre posibles acciones legales contra quienes lo insultaran en Internet: “Respecto al odio en Internet, me gustaría recordarles que insultar a una figura pública está sujeto a responsabilidad legal. Todos los comentarios ofensivos, calumnias e insinuaciones serán analizados en términos de la posibilidad de llevar el caso ante los tribunales”, concluyó. Sin embargo, lejos de calmar la situación, sus palabras provocaron un nuevo aluvión de críticas. “Esta publicación es aún más vergonzosa que arrebatar el sombrero”, escribió una usuaria, reflejando el sentir generalizado de gran parte de la audiencia digital.