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“Al final voy a creerme que todo está pactado”: Boicot a ‘¡De viernes!’ tras saberse quién será la próxima invitada estrella

Problemas para Telecinco.

En el competitivo mundo del prime time televisivo, pocos programas pueden presumir de generar tanta conversación como ¡De viernes!. Semana tras semana, el espacio presentado por Santi Acosta y Beatriz Archidona se afianza como uno de los referentes de Telecinco, tanto por su audiencia como por el revuelo que provoca en redes sociales. El formato, producido por Mandarina, ha sabido adaptarse al pulso emocional del espectador actual, combinando entrevistas en profundidad con revelaciones que no dejan indiferente a nadie.

Desde su estreno, el programa ha ido puliendo su tono hasta consolidarse como un lugar donde las emociones no se fuerzan, sino que se provocan a través del recuerdo, la confesión y la mirada introspectiva. Lejos del ritmo frenético de otros espacios, ¡De viernes! se toma el tiempo necesario para construir una historia, para acompañar al invitado en un relato que rara vez cabe en un titular. Esa apuesta por la pausa —algo casi revolucionario en la televisión actual— ha terminado por convertirse en su mayor fortaleza.

El programa también ha conseguido una identidad visual que potencia su narrativa. Las luces tenues, el ritmo calmado y el silencio respetuoso han convertido al plató en un espacio seguro para quienes deciden abrirse frente a las cámaras. No se trata de interrogatorios, sino de conversaciones. No de titulares fáciles, sino de testimonios con capas, con aristas, con humanidad. Esa es la diferencia clave con otros formatos del corazón que dominaron la parrilla en décadas anteriores.

Confesiones que marcan época.

El espectador ya no busca solo entretenimiento. Busca verdad, aunque sea incómoda. Busca matices, aunque no encajen en los bandos simplistas de las redes sociales. ¡De viernes! ha entendido esa necesidad y la ha convertido en su seña de identidad. Cada entrevista se convierte en un relato con principio, nudo y, muchas veces, sin un final claro. Porque la vida, como bien refleja el programa, rara vez ofrece cierres perfectos.

Y ahí radica parte del éxito del formato: en no maquillar los grises, en no edulcorar el pasado, pero tampoco en juzgarlo. Los presentadores acompañan, no acusan. Escuchan más de lo que interrumpen. La televisión, acostumbrada a pisarse a gritos, encuentra aquí una anomalía que ha resultado ser muy rentable: el respeto. Y ese respeto lo valoran tanto los entrevistados como una audiencia cada vez más exigente.

No es casual que, en las últimas semanas, el programa haya escalado posiciones hasta convertirse en líder de audiencia. La semana pasada, por ejemplo, superó a La Voz con un 14,3% de cuota de pantalla, atrayendo a más de un millón de espectadores. Pero más allá de los datos, lo relevante es la fidelidad que está construyendo. Cada viernes, el público regresa para ver quién se sienta, qué historia se contará, y cómo será recibida. La expectación ya forma parte del ritual.

Una estrategia editorial sin fisuras.

Telecinco, sabedora del valor de este producto, ha optado por darle libertad y recursos para explorar sin prisa. Frente a la lógica del zapping y el consumo acelerado, ¡De viernes! responde con narrativas largas, entrevistas que respiran y revelaciones dosificadas con cuidado. Las promociones de la cadena durante la semana no buscan el impacto fácil, sino despertar curiosidad. Y esa curiosidad ha resultado ser un motor poderoso para mantener viva la conversación incluso antes de que arranque el programa.

Así se construyen los fenómenos: no con sobresaltos improvisados, sino con una estrategia bien definida. Y el fenómeno que nos ocupa esta semana ha sido medido al milímetro. La apuesta del programa es clara: volver a confiar en una figura que ya les dio buenos resultados en su anterior aparición. Esta vez, con un formato aún más ambicioso. Esta vez, con todo el plató para él.

Un regreso que despierta pasiones.

La reaparición de Kiko Rivera en Telecinco no ha sido una simple anécdota televisiva. Ha supuesto un retorno simbólico tras años de distancia con la cadena que más espacio le dio en su carrera mediática. El DJ se sentó la semana pasada frente a Santi Acosta para ofrecer su testimonio más esperado, y el público respondió. Lo hizo con atención, con morbo, con emoción y con debate. Porque Kiko Rivera, guste más o menos, no deja a nadie indiferente.

Este viernes, el programa apuesta por él de nuevo. Pero con una diferencia sustancial: esta vez no será una entrevista más dentro de un programa coral. Será el protagonista absoluto. El único invitado. El contenido central. Durante más de una hora, responderá a preguntas, comentarios y críticas. Sin compartir foco con nadie más. Una entrevista que se anuncia como “la definitiva”.

Todas las miradas sobre el plató.

En esta nueva aparición, Kiko Rivera hablará de muchos frentes abiertos: su ruptura con Irene Rosales, el vínculo con su madre, el momento personal que atraviesa… pero también temas que lo conectan con la actualidad más inmediata. Uno de ellos será el reciente accidente de tráfico que sufrió su hermano Cayetano Rivera en Alcalá de Guadaíra. Una noticia que llenó portadas y generó muchas preguntas que, de momento, no han tenido respuesta pública.

El programa quiere saber si ha hablado con él, cómo está la relación entre ambos y qué opina del revuelo generado. Y, fiel a su estilo, no buscará respuestas rápidas, sino reflexiones pausadas. Porque si algo caracteriza a ¡De viernes! es su voluntad de dejar hablar. De permitir que las palabras salgan a su tiempo, sin prisa ni presión. Esa es la esencia que le ha valido el respaldo de la audiencia y que, una vez más, promete dar que hablar.

Una historia familiar aún sin resolver.

En este contexto, uno de los momentos más delicados será cuando Kiko Rivera aborde los episodios que su hermana, Isa Pantoja, compartió públicamente en otras entrevistas televisivas. Relatos duros, difíciles de escuchar, que han sacudido a la opinión pública y han generado todo tipo de reacciones. Kiko no esquivará el tema. Al contrario: se espera que, por primera vez, ofrezca su propia versión sobre lo que ocurrió entonces y sobre cómo lo recuerda ahora.

Entre esos episodios destaca uno en particular: el de la manguera, una escena descrita por Isa Pantoja en televisión que conmocionó a los espectadores. La respuesta de Kiko Rivera será uno de los momentos más esperados de la noche, no solo por el contenido, sino por el tono en el que decida abordarlo. ¿Habrá reconocimiento? ¿Habrá matices? ¿Habrá distancia? Todo eso se sabrá en directo. Y, como ya es costumbre en el programa, será el espectador quien saque sus propias conclusiones.

Polémica antes de la emisión.

La decisión de dedicarle una noche entera ha encendido el debate en redes. Muchos espectadores se han mostrado en desacuerdo con la elección editorial del programa, y algunos incluso han propuesto un apagón de Telecinco como señal de rechazo. “Que lo vean ellos. Yo no pienso encender la tele ese día”, se lee en numerosos mensajes que circulan desde que se anunció la entrevista. Frente a ellos, otros defienden el derecho a escuchar todas las versiones.

La división está servida. Mientras algunos celebran la oportunidad de un relato completo, otros lamentan que se le dé espacio a ciertas voces. Lo que es innegable es que, una vez más, ¡De viernes! ha conseguido lo que todo programa desea: estar en boca de todos antes incluso de emitirse. La televisión vive de la atención, y esta semana, le pertenece. Aunque no todo el mundo esté dispuesto a mirar.